Chamela-Cuixmala: el tesoro natural de Jalisco donde la selva se encuentra con el mar

En la costa sur de Jalisco existe un lugar donde la naturaleza manda y el tiempo parece ir más despacio: la Reserva de la Biósfera Chamela-Cuixmala, uno de los ecosistemas mejor conservados del país y un verdadero orgullo jalisciense. Ubicada entre los municipios de La Huerta y Cihuatlán, esta zona protegida es considerada un laboratorio natural a cielo abierto y un paraíso para quienes aman la biodiversidad.

Chamela-Cuixmala resguarda uno de los ejemplos más importantes de selva baja caducifolia en México, un tipo de vegetación que, aunque parece discreta en temporada seca, se transforma en un espectáculo verde durante las lluvias. Aquí conviven más de mil especies de plantas, decenas de mamíferos, reptiles y anfibios, y una impresionante variedad de aves, muchas de ellas endémicas.

Pero este rincón no solo es selva: también es costa. La reserva protege playas vírgenes, manglares, esteros e islas, creando un equilibrio único entre tierra y mar. Sitios como Playa Chamela o Cuixmala sorprenden por su belleza natural, arena limpia y aguas tranquilas, lejos del turismo masivo.

Además de su valor ecológico, Chamela-Cuixmala es clave para la investigación científica. Desde hace décadas, universidades y centros de estudio —entre ellos la UNAM— realizan aquí trabajos fundamentales para entender el clima, la conservación y la vida silvestre en zonas tropicales.

Visitar Chamela-Cuixmala es una experiencia distinta: no hay grandes hoteles ni desarrollos invasivos. Es un llamado a recorrer con respeto, a observar sin alterar y a comprender por qué proteger estos espacios es vital para el futuro.

En Jalisco, la naturaleza también se vive así: intacta, poderosa y llena de vida. Y Chamela-Cuixmala es prueba de que cuidar lo nuestro es la mejor forma de disfrutarlo.