Buñuelos: el crujido dulce que anuncia la temporada en Jalisco
- heyjaliscoo
- hace 4 días
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En Jalisco, la llegada de diciembre no solo se siente en las luces, las posadas y el frío que se antoja ponche: también se escucha. Es el sonido inconfundible del crack de un buñuelo recién frito, ese pan dulce que ha acompañado nuestras navidades y festejos desde hace generaciones.
Los buñuelos son parte esencial de la temporada y uno de los sabores más entrañables de la cocina tapatía. Aunque su origen se remonta a tradiciones españolas y árabes, aquí encontraron su personalidad: enormes, dorados, crujientes y bañados en miel de piloncillo o azúcar. Una receta sencilla que sabe a familia, a fiestas en el barrio y a manos que trabajan en equipo.
Los dos clásicos de Jalisco
En nuestro estado predominan dos estilos:
🍯 Buñuelo de rodillaEl más tradicional: una masa delgadita que se estira a mano —literal, con la rodilla— hasta quedar casi transparente. Se fríe, se infla y queda tan grande que a veces no cabe en el plato. Se sirve con miel de piloncillo, a veces con canela o guayaba para perfume extra.
🥄 Buñuelo de vientoMás pequeño, hueco y delicado. Se prepara con moldes de hierro que se sumergen en la masa y luego en aceite caliente. Salen en flores, estrellas o figuras que parecen de feria. Se espolvorean con azúcar y canela y son un hit en cualquier posada.
Las variantes caseras que siguen conquistando
En muchas casas tapatías se preparan versiones modificadas: masa con ralladura de naranja, buñuelos más gruesos tipo “torta frita”, otros que llevan ajonjolí, e incluso buñuelos que se hornean para hacerlos más ligeros (aunque el sabor a comal y aceite caliente no se negocia tan fácil).
También hay familias que conservan recetas que datan de abuelas y bisabuelas, donde el truco está en “reposar la masa”, “usar manteca de cerdo” o “no moverle mucho al aceite”. Cada casa tiene su secreto y eso los vuelve especiales.
Más que un antojo: una tradición
Los buñuelos no solo endulzan la temporada; forman parte de rituales comunitarios. En algunos pueblos se rompen los platos donde se comen como símbolo de buena suerte para el año que viene. En otros se reparten después de las pastorelas o para agradecer en las posadas.
Y aunque hoy puedes encontrarlos en ferias, mercados y panaderías de toda la ciudad, nada se compara con el aroma del buñuelo recién hecho en casa: ese momento en que la mesa se llena de miel, risas y calor familiar.







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