Ocotlán se prepara para la fiesta: las calles se llenan de sillas para la entrada de los gremios

En Ocotlán, octubre no es un mes cualquiera: es el tiempo en que la fe y la tradición se encuentran en las fiestas del Señor de la Misericordia. Y si hay un detalle que distingue a esta celebración, es la manera en que la ciudad entera se organiza para recibir la entrada de los gremios, ese desfile multitudinario en el que trabajadores, comerciantes, artesanos y estudiantes ofrecen su caminar al santo patrono.

Lo curioso es que los preparativos empiezan mucho antes de que suene la música de las bandas o se enciendan los cohetes. Días previos al recorrido, las banquetas del centro y de las principales avenidas se convierten en un mosaico de sillas y bancas amarradas con lazos, cadenas o incluso cinta adhesiva. Cada familia aparta su espacio con ingenio, asegurando un lugar privilegiado para disfrutar del desfile. Este ritual no solo habla de la devoción, también refleja el orgullo de vivir la fiesta desde la primera fila.

La ruta, que recorre buena parte de la ciudad hasta culminar en el Santuario del Señor de la Misericordia, se transforma en un pasillo de espectadores listos para aplaudir a cada gremio. El ambiente es único: música, carros alegóricos, danza y, sobre todo, la emoción compartida de pertenecer a una tradición que ha marcado generaciones.

Así, Ocotlán no solo recibe a los gremios, sino que se viste de comunidad. Porque más allá del acto religioso, la fiesta se vive en las calles, en las risas de los niños que esperan sobre las sillas apartadas y en los saludos entre vecinos que se encuentran año tras año en el mismo rincón de la banqueta.